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 “Soy miembro de una generación que tuvo una juventud muy difícil”

PHP-Nuke"El nacionalismo es un tinglado que sólo intenta implantar lo más zafio de un pasado felizmente superado”
"Lo más cansado que puede ocurrir en la vida es encontrarte a un vasco que va de vasco o a un gallego que va de gallego”

José Rey Ximena

Ha hecho realidad en San Andres de Teixido el Memorial Leslie Howard, a doscientas millas de la costa cedeiresa, en el punto exacto donde en junio del 43 una escuadrilla de combate de la Luftwaffe  derribó el DC-3 ‘IBIS’ en el que viajaba el actor británico que encarnó al caballero Ashley  Wilkers en Lo que el viento se llevó. Por empeño de este Sexta Provincia, Howard será recordado como héroe de  guerra, “caído por la libertad”. ¿Pero quién es este escritor…? ¿Por qué ha dedicado casi dos décadas a investigar las claves de la misión secreta realizada por Howard en el Madrid del 43…? ¿Mantuvo el actor británico un encuentro secreto con Franco para trasladarle un mensaje clave del Gobierno de Churchill, como figura en los Archivos Británicos de Kew  Gardens…?


©2009 El CorreoGallego


Busco respuesta a estas cuestiones. ¿Puede estar en su DNI? Veamos: el apellido Rey es pronombre de editor y periodista enjundioso, trabajador y santiagués… ¿Qué dice su brújula: Que Cedeira, es villa con “P” de puerto, de percebe y de Patria. ¿Qué alumbra su linterna? Que Leslie Howard, el actor que el viento Favonio se llevó por entre las olas Atlánticas con todos sus secretos, era un agente de inteligencia británico. ¿Qué huellas hay en sus zapatos?: Las de largas estancias por Bagdad, Jerez, Noruega, Palestina, Polonia, Madrid, París, Londres y Nueva York, destinos, todos ellos, propios de poetas, amantes y gentes de vida licenciosamente diplomática.
José Rey Ximena y yo nos conocimos en una boda de gallegos procedentes de Ortigueira y afincados en el sur desde el siglo XVI, los Fajardo… Era una de esas celebraciones en que las damas van con tocado de cabeza y bolso Chanel, que huelen a jazmín de Hermés y humo de Davidoff. Uno de esos enlaces en que la novia destila maneras de colegio francés de monjas, en que el novio rezuma aires de College… Una fiesta con fotos de ¡Hola! y firma de estilográfica de noventa y ocho kilates de marquesado, predio, cortijo y coto. Un acto social, en definitiva, en el que los niños son ángeles de terciopelo, las niñas princesas en seda y tafetán, los adolescentes primer chaqué de Cornejo y las adolescentes “primas ballerinas” en busca de un ramo perdido. Me llamó la atención su capacidad para identificar a todos, para presentar a unos con otros, para no bajarse de fajines y entorchados, de billeteras de piel de tiburón, de escotes de silicona y de expresiones botulínicas…Me propongo desentrañar al enigmático, rocambolesco, inquieto e inquietante galán de pelo cano, afeitado impecable, muecas de cómico, orejas de espía y entrecejo masónico…
–Eso de quién soy es algo que mis hijos se lo preguntan desde siempre…
–¿De qué vives?
–De mi sui géneris trabajo. De los libros que edito, de los catálogos que imprimo para el mercado francés y de una nueva editorial que he puesto en marcha para el mundo árabe.
–¿Con qué sueñas?
–Con realizar proyectos queridos…
Un magistrado de la Sala Segunda, el más joven de la historia del Supremo, me había confiado que José Rey Ximena era un gallego que aparece y desaparece entre enaguas, coches de gran cilindrada, restaurantes de postín y first class de aviones transoceánicos. Uno de sus parientes me había indicado que su gran peripecia vital radicaba en haber cambiado la timidez por arrojo casi imprudente...
–Vencí la timidez a golpe de madurar… Haciéndome mayor…
–Tienes fama de inquietantemente inquieto…
–Soy sencillamente un impresor.
–¿Lo que se llama un ‘imprentero’?
–Desconocía el término…
–Lo utilizamos en las redacciones para referirnos a quienes transitan exclusivamente entre máquinas planas y rotativas...
–Me dedico a editar, imprimir e impulsar proyectos culturales…
–¿Un ‘recuperador’?
–Dejémoslo en un interesado por la tradición, por proyectos que contienen la conexión entre diferentes pueblos, temas de la historia y la cultura como el de la bella princesa noruega que fue enterrada en Covarrubias y que pasó en ese pueblo su desgraciada vida hasta su muerte por melancolía. En definitiva, esas historias de la historia tan indicadas para viajar y compartir con los hijos.
Una pizpireta camarera en raso negro, charol y cofia se aproxima a nosotros. Rey Ximena no duda en tomar un gin-tonic:
–“¿Es de Bombay Saphire…?” pregunta.
–“Naturalmente, señor…” –responde turbada la camarera cortesana-.
–¿Fuiste un incomprendido?
–Soy miembro de una generación que tuvo una juventud muy difícil.
–¿Qué tal lo tienen tus hijos?
–Por una parte, tienen oportunidad de viajar, de obtener trabajo, de elegir universidad; por otra, viven en un permanente estado de incomunicación.
–¡Pero si la comunicación es el gran proceso de nuestros tiempos…!
–Están incomunicados por la saturación informativa.
–¿Sabes que tienes fama de raro?
–Y de un poco loco, pero no hay emprendedor que no sea así considerado…
–Bieito Rubido, ese periodista amigo, de alzhéimer crónico en sus destinos de campanillas, me había advertido de tu leyenda sicalíptica…
–Tener fama de raro en el país de la envidia no es para inquietarse. Me preocuparía que mis paisanos me tachasen de mala persona, de avaro, de mal encarado…
–¿Qué es Galicia para ti?
– El lugar donde viven mis fantasías, porque somos de donde vivimos la infancia.
–¿Y para el editor…?
–Galicia me atrae siempre. Te pondré un ejemplo: para poder escribir el libro El vuelo de Ibís, que narra la personalidad de Leslie Howard y su peripecia en la tierra mágica, fue imprescindible releer las sonatas de Valle Inclán…
–¿Las sonatas…?
–Habría sido imposible ese libro sin el marqués de Bradomín y sus estudios de latín en el monasterio de Sobrado… Sin mis conversaciones con uno de los nietos de Valle… Sin la pasión por una placa a su memoria en aquel monasterio…
–¿Que te aporta Valle?
–Me transporta al reino de la imaginación y la ternura. Me hace soñar desde el lenguaje mejor construido.
–¿Ha sido el mejor?
–Estoy enamorado de Cunqueiro. Es el más entrañable. Lo leí desde joven: esos artículos de maestría asombrosa en ABC. Me he preocupado en visitar Mondoñedo, la asignatura esencial para entender a Cunqueiro más allá.
–¿Visitaste Ortigueira?
–Allí Cunqueiro forja su amistad con el editor de La Voz de Ortigueira. Aquellos artículos son obra maestra del anecdotario.
–¿Y Cela?
–Tuve una experiencia única. Pasé más de cuatro años fuera de España y necesitaba leer en castellano. Estaba en Alejandría, donde cursaba árabe y caligrafía. Así que me fui al consulado español y escogí un libro: Viaje a la Alcarria... Me emocionaba poder leerlo. Sin embargo, acostumbrado a los relatos de los viajeros ingleses del siglo XIX y a su riqueza descriptiva... lo encontré pobre. A partir de ese momento me defraudó, aunque reconozco que tuvo cosas geniales...
–Rosalía…
–Su poesía y su vida son muy interesantes. Ha sabido plasmar con profundo sentimiento poético los lugares donde vivió en Galicia... Pero, hablando de escritoras gallegas, estoy desarrollando un proyecto sobre una de nuestras grandes y desconocidas poetisas: Sofía Casanova, que murió en el año 55, en Polonia… tiene una vida maravillosa.
–¿Una gallega en Polonia?
–Allí se casó con un miembro insigne de la alta sociedad polaca. Este hombre había venido a España para que sus hijos aprendieran los oficios del hombre. En la Corte, se enamoró de ella, era la escritora protegida por Alfonso XII.
–¿Un flechazo?
–No diría yo eso. Este caballero decidió *****plir la leyenda de los polacos de la época: que el libertador de Polonia nacería de hija extranjera…
–¿Se *****plió?
–Tuvieron cuatro hijas, pero no el varón. Entonces Sofía Casanova marchó a San Petersburgo, de corresponsal de ABC durante la Gran Guerra. Estando allá, descubrió que su marido, que trabajaba en Suiza al frente de un centro de formación para la nueva clase política que debía regir Polonia tras la guerra, había puesto un anuncio en un periódico buscando a su mujer “desaparecida” por la guerra…
–¿No sabía donde se encontraba?
–Todo el mundo conocía que Sofía estaba en San Petersburgo… Pero era su estrategia para casarse de nuevo y, pese a caer en bigamia, poder buscar el heredero…
–¿Cómo acabó la historia?
–Todo se desarrolla en los parámetros de una locura permanente que rodea a esta excelente escritora. Ella sufre lo indecible y mantiene una vida apasionante en Polonia, donde muere ya muy anciana...
–No olvidemos a la Pardo Bazan…
–He leído su biografía y Los Pazos de Ulloa, pero eso no es suficiente para dar mi juicio crítico...
–Torrente…
–Conozco su obra y he visitado con profundidad su fundación. Está muy por encima de Cela, me llega más. Relata perfectamente el ambiente gallego. De su vida me apasiona esa parte en que traduce la poesía de Rilke, junto a aquella ilustre condesa, la gran protectora de Ridruejo…
–¿Qué te sientes?
–Español, europeo y gallego. A mi mujer, que es polaca, todavía le sorprende que lo primero que preguntemos los españoles al conocernos sea de dónde somos.
–¿Y a los polacos?
–Es lo último que les interesa. No les marca ni el lugar, ni la cultura de procedencia.
–¿Habrán perdido el sentimiento de pertenencia…?
–Yo les entiendo. Lo más cansado que puede ocurrir en la vida es encontrarte a un vasco que va de vasco o a un gallego que va de gallego… Es una paliza que te suelen dar quienes nunca conocieron lo que hay más allá de su valle…
–¿Te reconocerías entre el nacionalismo?
–Mis raíces son indiscutiblemente gallegas, aunque, por parte de madre, tengo sangre andaluza. Cuando viajas, compruebas que el nacionalismo es un tinglado que sólo intenta implantar lo más zafio de un pasado felizmente superado.
–¿De dónde a túa galeguidade?
–De mi vida en Cedeira. Siento Galicia, la transito por fuera de los modos turísticos.
–¿Tu gente?
–La de aldea, es con quienes convivo, aunque de vez en cuando voy a Santiago, a compartir con personalidades de la cultura urbana.
–¿Tu mundo actual?
-Cedeira, Coruña, Santiago, Pontevedra y, últimamente, a raíz del tema noruego, estoy muy metido en Catoira y su festival vikingo.
–¿El epicentro?
–Cedeira. Sin embargo, frente a las gentes de mi familia, que sostienen que no hay lugar más bello en la tierra, yo pienso: ¿qué habrán visto del mundo…?
–¿Y…?
–Pues no me atrevo a opinar sobre si hay un lugar más bello que otro porque me vienen los recuerdos de Jerez, adonde voy con mis hijos, que son cofrades de la Vera Cruz.
–¿Lo que nunca olvidaste transmitirles?
–La inquietud de que tienen su oportunidad única en la juventud, de que vean el mundo en toda su extensión y complejidad, con sus ojos, en directo.
–¿Literatura o música?
–En nuestra tradición está el amor por los libros. Por tanto, literatura y, dentro de ella, el ensayo, la historia, la novela y la autobiografía.
–¿Y la obsesión por Leslie Howard?
–Desde niño escuchaba en Cedeira las historias de los combates aéreos entre ingleses y alemanes sobre nuestro cielo. Pronto comencé a investigar. Me llegaban sucedidos de forma inesperada. Comencé a viajar, a conocer quién fue Howard, sobre todo en sus últimos años… ya todo fue seguido…
–¿El punto de apoyo para tu libro?
–Las claves encontradas del misterioso viaje que Leslie Howard había realizado a España. Dos años para escribir el libro y más de veinte de investigación.
–¿Encontraste en él perfiles autobiográficos?
–Me veo reflejado en su pasión por la familia a pesar de que estuvo rodeado de muchas mujeres... Esa condición, que era notoria en él, nos diferencia...
–La mujer en tu vida…
–Prefiero hablar de la mujer de mi vida. Una gran compañera con la que vivo desde hace quince años. Me hace la vida deliciosa…
–¿Y ante tanta ausencia y tanto viaje…?
–Es la historia común con una mujer que vive mi entorno. Admiro, como todo hombre que se precie de tal, el carácter femenino. Son más consecuentes, más capaces aunque, tristemente, la política nos intenta dar unos parámetros de la mujer moderna basados en la identidad entre sexos.
–¿No estás con la igualdad?
–Soy un firme partidario de la igualdad de oportunidades, pero no es de recibo convertirlo en una cultura de indiferenciación entre sexos y cualidades. Eso roza hasta con la mala educación...
–¿Y los hijos?
–Un gran logro y una infinita satisfacción, sobre todo si consigues que maduren y crezcan en belleza y sabiduría, como dice la Biblia.
–¿Dónde encuentras el equilibrio?
–En  Polonia; en los duros y fascinantes países árabes donde viví ocho años; en Andalucía con mi familia materna; buceando en el Mar Rojo con mis hijos; reflexionando de noche en La Montaña Santa donde musulmanes, cristianos y judíos  esperan el amanecer.
–¿Cuándo el inglés?
–Para moverse por el mundo. No lo aprendí en la escuela, sino trabajando de camarero en Dublín.
–¿El francés?
–Me gusta su forma, expresión y capacidad para los diálogos. Me asombra cómo saben manejarse sus políticos, sus escritores. He tenido la suerte de que mis hijos estudiasen en el Liceo francés y aprendiesen a redactar y expresarse bien, a memorizar y a recitar textos...
–¿Y el castellano?
–Es lengua atractiva y útil. El extranjero se encuentra cómodo con él porque se lee como se habla. Nunca debimos abandonar el territorio tecnológico y científico.
–¿El gallego?
–La lengua familiar del sentimiento íntimo, la que se escucha en casa.
–¿Y el polaco?
–Mis hijos gozan la suerte de una madre polaca que conserva y transmite una lengua poderosa y atractiva, de grandes escritores y poetas...
–¿Lloras?
–Por el dolor y la enfermedad del amigo.
–¿Ríes?
–Soy festero, especialmente con los amigos de Cedeira, dotados para la chanza inteligente… Gentes como Emilio, el portero de la casa de Conchita Montenegro, que es simpático sin quererlo ser…
–¿Qué le debes a tu padre?
–Ser buena gente.
–¿Y a tu madre?
–Lo complicado que soy.
–¿A Galicia?
–Ser mi refugio sin serlo, haberme transmitido valores, sentido del trabajo e inquietud por la formación.
–¿Para vivir la vida…?
–En verano Cedeira; en otoño Madrid; y en primavera Jerez.
–¿Y en invierno…?
–Los inviernos nevados en Polonia, el silencio de sus bosques.
El calor rompe en las tierras de A Xunqueira, donde la patata es dulce y el tañer de la campanas alivia sufrimientos de almas en pena, las que no peregrinaron al Santuario. La placa en memoria de Howard brilla al sol de San Andrés en Teixido: “Onde vai de morto, o que non foi de vivo”.

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